El PRI de siempre, en Hidalgo, pintado de guinda

Hola.

Dice Marx que la Historia siempre se repite dos veces: primero en forma de drama, y luego en forma de comedia. Y para ejemplo, basta un botón.
En 1976, todo era alegría, diversión y felicidad. Al menos, eso pensaba el Partido Oficial, el PRI, que se había consolidado en el poder tras 36 años de gobiernos civiles.

Para la elección presidencial de ese año, el Partido Oficial presentó a José López Portillo como candidato, y fue tanta la soberbia y prepotencia existente entonces, que fue candidato único a la Presidencia. Todos los partidos con registro lo apoyaron: el PPS y el PARM, que eran partidos satélites del régimen, mientras que el PAN no presentó candidato.

Sin embargo, el Partido Comunista Mexicano, partido de Izquierda que existía desde 1919 de forma clandestina (solo Lázaro Cárdenas había reconocido su registro oficialmente), presentó un candidato presidencial, como alternativa a la opción oficial: Valentín Campa Salazar, líder sindicalista ferrocarrilero, y quien tenía un gran apoyo del Pueblo.

Así, mientras el candidato oficialista derrochaba los recursos públicos en campaña, el candidato de izquierda visitaba los pueblos y comunidades del país con recursos sumamente limitados, y dicha campaña puso sostenerse gracias al apoyo político, económico y moral de miles de personas por todo el país. Mientras López Portillo llenaba las plazas con acarreados, Campa Salazar las llenaba con voluntades y apoyo real del Pueblo.

Llegó la elección, y pese al férreo control y resistencia de la Comisión Nacional Electoral, entonces controlada por la Secretaría de Gobernación, no hubo otra opción que reconocer un millón de votos que obtuvo Valentín Campa y el Partido Comunista, dejando un precedente fundamental para las elecciones futuras.

El día de ayer, como en el priísmo más rancio de la década de los 60’s y 70’s, el Instituto Estatal Electoral del Estado de Hidalgo (IEEH), negó el registro a Eduardo Durán Laguna, propuesta a candidato a Presidente Municipal de Tula por el Partido del Trabajo, bajo el argumento de cambio de género, algo que el Instituto no tiene las facultades legales para hacer, pero que es una decisión política, ante la imposición e impopularidad del candidato impuesto en MORENA, por parte de las más altas cúpulas políticas estatales.

Luis Eduardo Durán Laguna es un candidato sumamente incómodo para los intereses existentes en Pachuca. Fue Director Regional de Programas para el Desarrollo justamente en esa región, en Tula, por parte de la Secretaría de Bienestar federal durante los 6 años del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, fundador de MORENA en aquel municipio, y es un joven honesto y comprometido totalmente con los ideales que representan la Izquierda y la Cuarta Transformación.

Luis Eduardo Durán fue despojado del legítimo derecho constitucional de poder votar, y ser votado, por intereses políticos ajenos al municipio. Y esos intereses políticos, no entienden que no entienden.

En 2018, el Pueblo decidió poner un alto al régimen de corrupción y privilegios que representó, por mucho tiempo, el PRIAN. Decidió dejar atrás un régimen caduco, antidemocrático y autoritario, para encumbrar uno que verdaderamente representara a los intereses del Pueblo.

Sin embargo, en un giro dramático de la Historia, en Hidalgo se infiltró el viejo régimen al partido de la Izquierda, de Andrés Manuel, de la Cuarta Transformación, que fue construido sobre los compañeros muertos en 1968 y 1971, durante la Guerra Sucia, sobre los asesinados en el régimen de Salinas y gobiernos posteriores, y sobre todos aquellos compañeros que murieron a manos de los caciques locales en nuestro estado. Es el PRI de siempre, ahora pintado de guinda.

Ahora, esos chapulines PRIANistas infiltrados, no solo tomaron por asalto el partido y las candidaturas del mismo, viendo a MORENA como su patrimonio personal y político, sino que, además, están utilizando a las instituciones del Estado contra sus opositores, ya sea amenazándolos, coptándolos, o como en el caso de Luis Eduardo Durán, quitándole su derecho a participar en un proceso electoral como candidato a Presidente Municipal.

Ese viejo régimen autoritario y caduco, de opresión y privilegios, que el Pueblo decidió sacarlo del poder hace 6 años, hoy se asoma a la puerta, ha mostrado el garrote, y demuestra que hoy, más que nunca, es necesario hacerle frente, en las calles, en las plazas, y en las urnas. De nada servirá la lucha realizada por nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros mismos, si permitimos que regresen aquellos que, sí deberían regresar, pero lo que se robaron.

Claudia si, autoritarismo no. Es preciso que las autoridades electorales devuelvan la candidatura a Presidente Municipal por el PT a Luis Eduardo Durán, pues es su derecho legítimo a votar y ser votado.

Y que al final, el Pueblo decida. Lo que no es válido es que una sola persona tenga la arrogancia de sentirse con el derecho de elegir por los demás, por mucho poder político que tenga.

Prohibido rendirse.

La farsa de Xóchitl

Hola.

Conocí a Xóchitl Gálvez a principios de 2010. No puedo decir que la conozco bien, porque afortunadamente eso no pasó, pero la conozco lo suficiente para escribir este texto.

La primera vez que platicamos con ella, fue en Ixmiquilpan, en una oficina frente al Balneario El Tephé. Acudimos los integrantes del entonces Colectivo de Izquierda Hidalguense, que era conformado por una gran parte de compañeros de la Izquierda más radical en el estado, y que a su vez, conformábamos la primera línea del Gobierno Legítimo encabezado por AMLO, y la Resistencia Civil Pacífica en Hidalgo.

Xóchitl llegó 10 minutos despues de la hora. Comenzamos a platicar sobre sus aspiraciones a ser gobernadora de Hidalgo por parte de un frente opositor al PRI, que aglutinara a todos los partidos opositores, y que pudiera ser contrapeso para lograr la alternancia en el Estado. Como paréntesis, esto ya se había intentado en 1999 con la candidatura de Miguel Ángel Granados Chapa, pero la traición del PAN al salirse de la alianza y registrar a Francisco Xavier Berganza como candidato a Gobernador impidió que desde entonces se consiguiera dicha alternancia política. Fin del paréntesis. Prosigamos.

Después de exponer sus motivos para encabezar la alianza (cosa que nos parecía más decente que apoyar la 2ª candidatura del impresentable José Guadarrama, o al otro impresentable Francisco Xavier), le empezamos a cuestionar ciertas cuestiones elementales, sobre todo para saber dónde estábamos parados, y de qué trataba el asunto. Entonces, le preguntamos de su militancia panista, y dijo que ella “era una ciudadana sin partido, que había visto al PAN como el partido de oposición al PRI, pero que no comulgaba con sus ideales”. Reverenda mentira.

Luego, agregó que ella “realmente era más de izquierda, porque había formado parte de los maoístas durante mi juventud”, por lo que se identificaba totalmente con nuestra visión política de izquierda. Más patrañas y más mentiras, que nos comimos una a una, cabe señalar, porque con ese discurso del maoísmo, nos convenció para apoyarla.

En el camino, fuimos descubriendo la farsa que representa Xóchitl Gálvez: una mujer que ni es indígena, ni es del Pueblo, ni es ciudadana, ni siquiera es legítima. Y explicaré porqué.

Xóchitl Gálvez no es indígena, porque no tiene raíces indígenas. Xóchitl Gálvez nació en Tepatepec, actualmente municipio de Francisco I. Madero, en Hidalgo. Por su parte, Francisco I. Madero es un municipio con 36,248 habitantes, en el cual solo el 1.68% de la población (es decir, 609 personas) habla algún idioma indígena, de las cuales, el 86.6% (527 habitantes) hablan Hñähñu, mientras que el 9.5% (58 personas) hablan náhuatl.

De acuerdo con el INEGI, una persona es o se reconoce indígena cuando desciende de poblaciones nativas o ancestrales, conserva las tradiciones o costumbres de un pueblo indígena, y habla alguna lengua indígena.

Desde el punto de vista antropológico, Ricardo Pozas Arciniega, en su obra “Los indios en las clases sociales de México”, señala que se denomina indios o indígenas a los descendientes de los habitantes nativos de América —a quienes los descubridores españoles, por creer que habían llegado a las Indias, llamaron indios— que conservan algunas características de sus antepasados en virtud de las cuales se hallan situados económica y socialmente en un plano de inferioridad frente al resto de la población, y que, ordinariamente, se distinguen por hablar las lenguas de sus antepasados, hecho que determina el que éstas también sean llamadas lenguas indígenas, y concluye: fundamentalmente, la calidad de indio la da el hecho de que el sujeto así denominado es el hombre de más fácil explotación dentro del sistema; lo demás, aunque también distintivo y retardador, es secundario (Pozas Arciniega, Ricardo. Los indios en las clases sociales de México. Siglo XXI, México, 1971).

Ambas definiciones se unen, y en el caso de Xóchitl, sabemos que no habla hñähñu ni nahuatl (los dos idiomas indígenas predominantes en Hidalgo), e incluso, tampoco conserva las tradiciones o costumbres de un pueblo indígena, y sobre todo, tampoco cumple con la condición que menciona Ricardo Pozas de que la calidad de indio es adquirida por que es el hombre (o mujer) de más fácil explotación dentro del sistema, pues al emigrar Xóchitl de su pueblo natal, y haber sufrido un proceso de aculturación y aburguesamiento (tal, que actualmente vive en Las Lomas, una de las colonias más ricas de México), se desprendió completamente de lo que implica ser indígena (en caso de que lo fuera realmente). No tiene nada de malo vivir en Las Lomas, sino que hubo un proceso de desclasamiento que es evidente, y que contradice el sentido de pertenencia indígena de Gálvez.

En sentido estricto, Xóchitl Gálvez no es indígena, aunque ella diga lo contrario.

Así, al haber sufrido un proceso de aburguesamiento, Xóchitl Gálvez tampoco puede ser “del Pueblo”, como Claudio X. González y la oligarquía la quieren presentar como alternativa a la opción surgida de la Cuarta Transformación. Tampoco es “ciudadana”, porque existe una militancia y una identificación ideológica clara con el panismo y su plataforma ideológica, claramente alineada a la derecha política.

Y no es legítima, primero, porque dice lo que el público al que se dirige quiere escuchar. Es decir, puede ir en la mañana a visitar tranquilamente una colonia popular, y proclamar un discurso en torno a la problemática de la gente y sus necesidades, y en la tarde, acudir con los empresarios, y proclamar un discurso totalmente contrario a lo dicho antes. En conclusión, sufre el Síndrome de la Chimoltrufia: como dice una cosa, dice otra.

Precisamente por eso, es tan detestada en Hidalgo. Los habitantes de nuestra entidad, se dieron cuenta de cómo era Xóchitl, y por eso, cuando se presentó en 2012 a ser Senadora de la República (tan solo 2 años después de haber sido candidata a Gobernadora), la gente la mandó a tercer lugar. A la gente se le puede engañar una o dos veces, pero no se le puede engañar toda la vida. Y bastó una sola ocasión para que la gente de su propio estado la repudiara. Por eso se fue a realizar carrera política a la Ciudad de México, porque sabe bien que en Hidalgo no volverá nunca a ser competitiva.

¿Porqué la oligarquía y la derecha quiere presentar a Xóchitl como su candidata? Porque saben que un candidato del perfil de Peña Nieto, de Enrique de la Madrid, de Ricardo Anaya, solo llevaría a la oposición a una hecatombre y a una derrota de proporciones bíblicas, y en cambio, la presentación de una simuladora como Xóchitl Gálvez, que se viste como indígena (sin ser indígena), que finge ser representante del Pueblo (cuando responde a los intereses de la oligarquía) y que puede ser camaleónica, es el perfil ideal para ser presentada como propuesta de la oposición para intentar engañar, una vez más, al Pueblo.

Xóchitl es una farsa, porque aunque se presente como indígena, no lo es. Y lo que si es, es ser el conducto de la oligarquía para intentar recuperar sus privilegios en 2024. Afortunadamente, Xóchitl es tan pero tan torpe, que permitirá que sus impulsos y arrebatos la dominen (como en la campaña de 2010: https://www.hglc.org.mx/blog/2010/07/07/apuntes-de-campana-mi-experiencia-en-la-campana-de-xochitl/), logrando la consolidación de la Cuarta Transformación de México.

Sin embargo, habrá que esperar, porque la oligarquía cuenta con el apoyo y financiamiento desde el Gobierno de Estados Unidos (quienes mantienen su embestida permanente contra los gobiernos progresistas de América Latina), y es claro que contarán con su apoyo para recuperar el poder y el gobierno.

Así, en 2024, más que nunca, tendremos una confrontación frontal entre ambos proyectos: el de la oligarquía rapaz, y el del Pueblo encabezado por la 4T. Como periódicamente recuerda Andrés Manuel López Obrador, la frase de Benito Juárez: “el triunfo de la reacción es moralmente imposible”, y no puede serlo de la mano de una farsante y simuladora como lo es Xóchitl Gálvez.

El regreso del Cóndor

Hola.

Los procesos de independencia de los diferentes países de América Latina que comenzaron hace dos siglos, en un principio no fueron iniciados como una forma de independizarse del yugo español. Hidalgo, San Martín, Miranda, no preveían la formación de Estados Nacionales, tal y como lo vemos hoy, sino únicamente luchaban por el reconocimiento de los derechos que, como criollos (descendientes de españoles nacidos en América Latina) no tenían. Dicho en palabras de Marx, luchaban por sus propios intereses de clase.

Fue gracias al surgimiento de figuras como Morelos, en México, o Bolívar, en Sudamérica, que la lucha se tornó independentista, y para librarse dela opresión colonizadora. Y lo consiguieron: se quitaron el yugo español, pero continuaron las prácticas coloniales, ahora en manos de los criollos.

Eso permitió la apropiación y concentración de la tierra en pocas familias, que eran propietarias de una gran cantidad de hectáreas, mientras que el Pueblo, los indígenas, lo menos favorecidos continuaron en el esquema de explotación y sumisión ante la nueva oligarquía.

Esa nueva oligarquía se fue transformando: algunos continuaron en el sector agropecuario, otros fueron inclinándose hacia el sector industrial (siempre a la sombra de las trasnacionales estadounidenses o extranjeras), y después de mediados del siglo pasado, algunos evolucionaron hacia el sector servicios.

Sin embargo, esta transición a un Capitalismo incipiente en América Latina (y reitero: Capitalismo incipiente, porque ni la industria ni los servicios se han desarrollado como en las grandes potencias y, por la otra, América Latina sigue siendo proveedor de materias primas hacia los grandes países industrializados, cumpliendo el mismo rol de África en la economía global) conllevó a otro problema: el acaparamiento del poder político por parte de las mismas familias que primero acapararon el poder económico, creando a esa nueva oligarquía que mencioné anteriormente.

Así, la oligarquía creó farsas democráticas, es decir, un sistema político con elecciones donde participa el Pueblo, pero donde las diferentes opciones están conformadas por personajes de la misma oligarquía, de tal forma que no importando la opción que se elija, el rumbo y destino de la Nación siempre será el mismo, pues al final, convergen y coinciden en los mismos intereses de clase.

Eso permitió que, por citar el caso mexicano, existieran figuras como Porfirio Díaz, que gracias a esa oligarquía permaneció en el poder más de 30 años, o que tras la traición a la Revolución Mexicana y la derechización del Partido Oficial durante los sexenios de Ávila Camacho y Miguel Alemán, comenzaran las alianzas y concesiones con la clase que la misma Revolución combatió, que tras la imposición del neoliberalismo en 1985, acapararon el poder político y económico como nunca antes.

Sin embargo, como cualquier sistema político, las farsas democráticas tienen huecos que han permitido que, mediante años de lucha y emancipación, se hayan logrado filtrar (y ganar) candidatos que responden a las necesidades del Pueblo, y que en muy poco tiempo, han tenido que desarticular los sistemas políticos impuestos en los diferentes países de América Latina por parte de las oligarquías, para crear nuevos que no estén atados a las viejas inercias del pasado.

Así, a lo largo del Siglo XXI, han habido dos grandes olas de gobiernos progresistas en América Latina: la primera, de 1999 a 2012 aproximadamente, en las que figuras como Hugo Chávez, Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, y Néstor Kirchner llegaron a la Presidencia, y comenzaron a hacer grandes reformas que permitieron reconfigurar el sistema.

Sin embargo, bien dice Rafael Correa, que en América Latina, ganar la Presidencia no garantiza ganar el poder político, y así fue. Varias veces, en este espacio, he mencionado los eventos que tuvieron que enfrentar estos gobiernos progresistas contra una derecha que no quedó contenta en perder el poder político, y que gracias a sus alianzas con gobiernos extranjeros como el estadounidense, generaron acciones de desestabilización, que nunca prosperaron más allá de lo anecdótico.

Es más o menos en este contexto que se da el fraude electoral de 2006 contra López Obrador. En ese sentido, podríamos asegurar que este fraude conllevó intereses geoestratégicos, sobre todo de Estados Unidos.

Tras la primera ola de gobiernos progresistas, vino la reacción de la reacción. La derecha comenzó a infiltrar a los partidos de Izquierda, y llevaron a cabo dos estrategias: ganar las elecciones con candidatos de derecha disfrazados de Izquierda, como el caso de Lenin Moreno en Ecuador en 2017; o crear golpes parlamentarios, como en Brasil con Michel Temer contra Dilma Rousseff en 2014.

El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 revitalizó a las fuerzas progresistas en América Latina, y sentó las bases para la segunda ola. Alberto Fernández, Lucho Arce, Lula Da Silva en su segundo período, Pedro Castillo, Gustavo Petro, y Gabriel Boric (con todo y las reservas para este caso, dado sus actitudes contra los régimenes cubano y venezolano) han logrado que casi todo el continente, como nunca antes, existan gobiernos de Izquierda.

Sin embargo, no todo puede ser miel sobre hojuelas. El Imperialismo yanqui, con sus cómplices de la derecha latinoamericana, han generado las condiciones para un embate en contra de estos gobiernos, en la búsqueda de recuperar el poder político que les fue arrebatado en las urnas. El triunfo de Lucho Arce en Bolivia fue antecedido por un golpe de Estado contra Evo Morales encabezado por la dictadora Jeanine Añez en 2019. El triunfo de Gustavo Petro se dio pese a la conjunción y conspiración de todas las fuerzas políticas y mediáticas de derecha. Gabriel Boric se enfrentó al rechazo de la nueva Constitución que el nuevo gobierno propuso en Chile, mostrando que el Pinochetismo se niega a morir. Y recién, Cristina Fernández de Kirchner, actual vicepresidente de Argentina, acaba de sufrir un impeachment disfrazado.

En México, Andrés Manuel López Obrador ha tenido que sortear con intentos pírricos de organización por parte de la derecha, a los cuales ha frenado gracias a su capacidad de movilización popular, a la mayoría que tiene en el Congreso y gracias a la cual puede seguir impulsando proyectos de gobierno, y a la capacidad de comunicación que tiene con la población en general.

Sin embargo, la derecha ha logrado aglutinarse para impedir reformas estructurales del Presidente, como la Reforma Eléctrica (defendiendo los intereses de las empresas trasnacionales), o bien con la Reforma Electoral, que si bien es cierto, fue aprobada con la modificación de todas las leyes secundarias en la materia, no pudo realizarse el gran cambio constitucional que requería el sistema electoral para ser reformado en su totalidad.

Sin embargo, nada se acerca a la canallada que le hicieron a Pedro Castillo, maestro rural que ganó las elecciones en Perú el año pasado. Desde el principio de su gobierno, Pedro Castillo no fue bien recibido por la oligarquía peruana, la cual comenzó un clima de hostigamiento y persecución en contra del Presidente.

Recientemente, Castillo sufrió un golpe de Estado en su contra, gracias a la alianza de su vicepresidente (infiltrada, como el caso de Temer en Brasil, o de Lenin en Ecuador) con la oligarquía, el fujimorismo, la derecha parlamentaria y el ejército, sin tener ni un solo cargo en su contra, detenido por su propia guardia personal, e incomunicado ilegalmente. La situación política en Perú ha sacado a la población a las calles, defendiendo a su Presidente, y el gobierno de facto ha sacado a la policía y al ejército para reprimir al Pueblo.

No sabemos qué vaya a pasar ante el complicado escenario que se vive en Perú, pero lo cierto es el Cóndor ha regresado, y está más vivo que nunca. El mismo Cóndor, por cierto, que nació de la Escuela de las Américas que Estados Unidos, por medio de la CIA, implementó en Panamá tras la Segunda Guerra Mundial para contrarrestar los movimientos marxistas y de Izquierda en América Latina, y que después se institucionalizó como Plan Cóndor por parte de las dictaduras militares de los 70’s y 80’s en Sudamérica.

Hasta ahora, el Cóndor había cambiado de estrategia, y se había limitado a crear golpes blandos, e impeachments parlamentarios. Pero en los últimos 3 años, ya tiene dos golpes de Estado en su historial: el de Bolivia de 2019, y este reciente, de Perú, en 2022.

Dice Joaquín Sabina, que el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno, y ante la aparición del Otoño Latinoamericano en 2019 (El Otoño Latinoamericano, https://www.hglc.org.mx/blog/2019/10/26/el-otono-latinoamericano/), la derecha entreguista ha traído el frio invierno a nuestra región, aunque de repente se olvidan que, como dijo Pablo Neruda: “podrán cortar todas las flores, pero no impedirán que llegue la Primavera”.

Así pues, es importante estar alertas ante el embate de la derecha, del Cóndor, en todos y cada uno de nuestros países, y evitar que nos arrebaten la esperanza. Que no puedan quitarnos por la fuerza lo que no son capaces de ganar en las urnas.

Para esto, siempre será fundamental recordar las palabras de Salvador Allende: “la Historia es nuestra, y la hacen los Pueblos”.

El triunfo de la reacción es moralmente imposible.

La Hora de la Verdad

En La Revolución Interrumpida, Adolfo Gilly plantea que, desde el punto de vista marxista, la Revolución Mexicana es una revolución interrumpida en su curso hacia su conclusión socialista. Es la aplicación de la teoría de la revolución permanente a todo el ciclo revolucionario de México desde 1910, como parte del ciclo mundial de la revolución proletaria abierto definitivamente con la victoria de la revolución rusa y el establecimiento del Estado obrero soviético. Gilly asegura que la base teórica de esta concepción esta en la teoría marxista de la revolución permanente (Gilly, 1971).

¿Porqué Gilly considera que la Revolución Mexicana fue interrumpida? Porque no alcanzo la plenitud de los objetivos socialistas potencialmente en ella contenidos, pero tampoco fue derrotada; que no pudo continuar avanzando, pero sus fuerzas no fueron quebradas ni dispersadas ni sus conquistas esenciales perdidas o abandonadas. Dejó el poder en manos de la burguesía, pero le impidió asentarlo en bases sociales propias; le permiti6 un desarrollo económico, pero le impidió un desarrollo social. Dejó en cambio en las manos y en la cabeza de las masas una seguridad histórica inextinguible en sus propias fuerzas, en sus propios métodos, en sus propios hombres, en sus propios sentimientos profundos de solidaridad y fraternidad desarrollados, probados y afirmados en la lucha, en el trabajo y en la vida cotidiana. Entonces se mantuvieron vivas, en la conciencia de las masas y en sus conquistas esenciales, la revolución y la posibilidad de continuarla. Eso fue después el periodo de Cárdenas (Gilly, 1971).

Gilly asegura que la pequeñaburguesía antimperialista (técnicos, maestros, profesionistas, intelectuales, estudiantes, militares, oficinistas, etc.), continuadora de la que contribuyo en primera línea con sus hombres e ideas a la revolución, cuyo nacionalismo se orienta bacia las ideas socialistas –como ya sucedió en el cardenismo–y que tiene en las empresas estatizadas una base material que la sostiene y la genera incesantemente: es toda la población trabajadora de México la que comparte, de uno u otro modo, la idea verdaderamente nacional de que no hay que hacer una nueva revolución, sino continuar y completar la que fue interrumpida al final del periodo de Cárdenas (Gilly, 1971).

Desde ese punto de vista, podríamos teorizar que la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, implica la continuación de esa Revolución Interrumpida en dos ocasiones (como el mismo Gilly lo menciona), pero con varias salvedades. La Revolución Interrumpida, en principio, tardó 78 años en continuar, y en condiciones totalmente distintas a las existentes previas a su interrupción: un Estado fallido, instituciones destruidas por el régimen anterior, un modelo económico elitista y excluyente como fue el neoliberalismo, una crisis de gobernabilidad generada por la violencia heredada de los dos sexenios anteriores, el deterioro profundizado del tejido social, y con la base industrial estatal creada durante el Desarrollo Estabilizador totalmente privatizada o saqueada (como en los casos de PEMEX y CFE), entre otros factores.

Por si fuera poco, cuando comenzó a implementarse el Plan Nacional de Desarrollo de López Obrador, la aparición de la peor pandemia de los últimos 100 años, ocasionó que todos los planes existentes cambiaran, cuando se cerró la economía y se obligó a reorientar una gran parte del presupuesto en la adquisición de equipo médico y vacunas para combatir esta enfermedad que no ha terminado de irse.

Sin embargo, hoy se presenta uno de los retos más importantes que ha tenido nuestro movimiento: la renovación de la estructura interna de MORENA, el partido que logró la continuación de la Revolución Interrumpida, y que fue la plataforma programática con la cual López Obrador llegó a la Presidencia de la República.

A diferencia de los dos procesos anteriores (2012 y 2015), en esta ocasión se juega el control de la estructura formal del partido, de cara a las próximas elecciones de 2024, donde se elegirá Presidente de México, Senadores y Diputados Federales, sin olvidar los procesos locales en varias entidades del país.

En ese entendido, existen diferentes bloques que, conforme a sus intereses, buscarán tener el control de la nueva estructura de MORENA: por una parte, los ex-militantes del viejo régimen, de los viejos partidos, advenedizos, arribistas y oportunistas, que buscarán apropiarse de la estructura de MORENA para intentar recuperar sus privilegios perdidos en estos 4 años; por otra, representantes de elección popular activos o anteriores (Diputados Federales y Locales, Senadores, Presidentes Municipales, Alcaldes, Síndicos, Regidores), y funcionarios públicos o parte de equipos de transición, que buscan acaparar más poder del que ya tienen, cuyos fines son personales pero no colectivos, que traen a López Obrador en la boca pero no en sus acciones, y totalmente ajenos al ideario obradorista, quien les pidió renunciar a los cargos que actualmente tienen para poder estar dentro de la estructura partidista, llamado al que hicieron caso omiso; y finalmente, con los verdaderos militantes, los militantes de a pie, denominados fundadores, que fueron quienes construyeron el partido en 2012 desde abajo, ensuciándose los zapatos, tocando puertas, invitando a gente a participar y, sobre todo, quienes creyeron en un principio en el proyecto obradorista, y que se contaban con la palma de la mano.

Sin embargo, paradojas de la vida, estos últimos son los más proclives a ser excluidos en este proceso electoral: al no tener con la capacidad de movilización corporativa ni el capital utilizado en ello que los dos primeros bloques, ni tampoco coincidir con las prácticas que tienen muchos personeros del viejo régimen (compra del voto, coacción, engaños), así como su incapacidad para ponerse de acuerdo en propuestas que combatan a los neomorenistas (no en balde, tan solo en Hidalgo hubo 1,387 candidatos a Consejeros Estatales), por lo cual es muy probable que el partido sea arrebatado a sus militantes originales y quienes mantienen el espíritu genuino del obradorismo, por personajes que solo ven a MORENA como un trampolín para sus intereses políticos personales, totalmente ajenos a la ideología obradorista y a la Cuarta Transformación.

A diferencia de muchos procesos políticos y sociales, si existe un responsable de la actual crisis y debacle que se presenta en MORENA: John Ackerman. Durante todo el 2022, Ackerman se dedicó, por medio de la Convención Nacional Morenista, a azuzar a las bases para generar “una renovación de las estructuras políticas de MORENA”, que desde su punto de vista, se habían aletargado indebidamente. Su movimiento logró presionar a tal punto, que los órganos formales de MORENA que fueron conformados en 2015 generaran la convocatoria de renovación de los órganos internos del partido, algo totalmente innecesario, sobre todo, porque se había logrado contener la entrada de personajes políticos nefastos a la estructura partidaria (que no fue el caso de muchas candidaturas locales).

Paradójicamente, la Convención Nacional Morenista, que buscaba devolver el Partido a las bases, terminará arrebatándoselo a ellas, resultando más caro el caldo que las albóndigas, pues la verdadera base pocos espacios lograrán en este proceso de renovación estructural partidista. Era preferible una estructura aletargada, pero con compañeros que construyeron el movimiento, a una estructura secuestrada por intereses ajenos a nuestro partido.

Así, se cumplirá una de las máximas sociológicas, que indican que todos los partidos tienden a la burocratización, oligarquización y sectarización. Y MORENA no es ajeno a este proceso indeseable, pero natural.

Estamos ante un parteaguas histórico en la lucha por nuestro país. El futuro del Proyecto Alternativo de Nación, de MORENA, y de una nueva interrupción de la Revolución Interrumpida, están en juego ante el embate que buscarán, sin duda, la apropiación de la estructura y del aparato de la única opción existente contra la oligarquía y la derecha para decidir el destino y las decisiones importantes: el 2024.

Llegó la hora de la verdad. Sin duda, la disyuntiva es apostar a la continuidad del obradorismo, o un retroceso hacia el neoliberalismo. Lo demás es mera simulación. Y de simuladores está lleno el proceso actual.

El cáncer del golpismo

Hola.

El pasado domingo 28 de junio, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, durante una entrevista en El Chamuco TV, transmitido por la televisora pública Canal 22, mencionó que existía una narrativa casi golpista derivado del sofisma difundido en cuanto a la falta de medicamentos para niños con cáncer.

Aquí me gustaría aprovechar para hacer una especie de alerta o por lo menos que quede registrado, este tipo de generación de narrativas de golpe, a veces se ha conectado en Latinoamérica con golpe, golpe, golpe de Estado. Y esta idea de los niños con cáncer que no tienen medicamentos cada vez lo vemos más posicionado como parte de una campaña, más allá del país, de los grupos de derecha que están buscando crear esta ola de simpatía en la ciudadanía mexicana, ya con una visión casi golpista, es de manual.

De inmediato, la derecha política, opositora al régimen de López Obrador, así como la corpocracia mediática, pegó el grito en el cielo, se desgarró las vestiduras, y exigió de inmediato la renuncia de López Gatell, tergiversando además el sentido de sus declaraciones.

La reacción, cabe señalar, es más que lógica, sobre todo si consideramos que parte de sus planes han sido evidenciados y exhibidos. Sin embargo, más allá de la hipocresía que mostraron estos lobos disfrazados con piel de oveja, lo cierto es que lo dicho por López Gatell no está alejado de la realidad. Como lo dijo acertadamente, son modus operandi casi de manual, y siempre, siempre, siempre, han tenido los mismos finales: a veces golpes blandos, y a veces golpes, golpes.

En 1973, meses antes del golpe de Estado en contra de Salvador Allende en Chile, comenzó una ola de paros y huelgas (sobre todo, después de la nacionalización del cobre por parte de Allende), en los cuales hubo una provocación directa hacia el Gobierno, generando además confrontaciones con los Carabineros, por parte de sectores de la derecha. Hubo disturbios, atentados y muertos por parte de estos grupos, que además eran alentados y financiados por la CIA, además del apoyo irrestricto de los medios de comunicación, como El Mercurio, entonces el diario más influyente en Chile.

Entre las diversas acciones que llevaron a cabo estos grupos se presentó el asesinato del comandante de la Armada Arturo Araya Peeters, edecán naval del Presidente Allende; diversos atentados con bomba a torres de alta tensión y oleoductos; el asesinato de militantes de izquierda; y varios atentados a embajadas (por ejemplo, las de Cuba y la Unión Soviética), sedes de partidos políticos de izquierda y radioemisoras.

Estas acciones concluyeron con el golpe de Estado en contra de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, y tienen como precedente actividades y acciones que nada tenían que ver con planes golpistas. Al menos en apariencia.

En 2001, tras la publicación de las 49 leyes por parte de Hugo Chávez en Venezuela, FEDECÁMARAS (el equivalente en México al Consejo Coordinador Empresarial) y la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), comenzaron a convocar a una serie de paros y huelgas en Venezuela (participó, entre ellos, PDVSA, empresa petrolera paraestatal que para entonces contaba aún con funcionarios neoliberales, a los que Chávez despidió públicamente de forma posterior), los cuales desembocaron en una marcha el 11 de abril de 2002 en contra del régimen de Chávez, que inmediatamente después se convirtió en disturbios, enfrentamientos entre simpatizantes pro-Chavistas y anti-Chavistas, y una supuesta renuncia a la Presidencia de la República por parte de Chávez (menciono “supuesta”, porque nunca se estableció histórica y materialmente si esa renuncia existió o no realmente).

Estos disturbios y enfrentamientos tuvieron apoyo y financiamiento, en todo momento, de la CIA, las Embajadas de Estados Unidos y España, además del poder mediático corporativo de Radio Caracas Televisión (RCTV), Venevisión, Globovisión, Televen y CNN.

Tras asumir de facto la Presidencia de la República el oligarca Pedro Carmona, Presidente de FEDECÁMARAS, su primer acto presidencial fue disolver el Congreso, el Tribunal Supremo, el Consejo Electoral, destituir a todos los gobernadores, alcaldes, concejales, embajadores, cónsules y vicecónsules, y reestablecer la Constitución que había sido desechada 2 años antes.

Al final, Hugo Chávez fue restituido el 14 de abril en la Presidencia, pero se mostró, una vez más, la oscura cara de la derecha.

En 2009, tras 2 años en el poder por parte de Evo Morales en Venezuela, comenzó la insurrección en diversas provincias de Bolivia con planes separatistas, principalmente alentados por la derecha y los oligarcas bolivianos, y financiados, otra vez, por la CIA.

Sin embargo, en 2019, tras las falsas acusaciones de fraude en las elecciones presidenciales, y con la intervención cínica de Estados Unidos por medio de la OEA y su títere Almagro, así como con financiamiento de la CIA (nuevamente), derrocaron al Presidente Evo Morales mediante un golpe de Estado, e instauraron un régimen de facto que cobró al menos un centenar de vidas tras las protestas contra el gobierno espurio de Jeanine Añez.

En 2010, una huelga de policías en Ecuador, tras 3 años en el poder por parte de Rafael Correa, derivó en un secuestro del Presidente y en un golpe de Estado, que fue frustrado gracias a la intervención de los simpatizantes del Presidente Correa en el cuartel donde lo tuvieron retenido más de 10 horas. Después, se sabría de la intervención estadounidense en el grupo de policías insurrectos.

También en 2010, hubo golpes de Estado en contra de Manuel Zelaya, en Honduras, y Fernando Lugo en 2012 en Paraguay.

El caso de Brasil es sumamente peculiar, pues fue la primera vez que se utilizó el golpe de Estado blando en forma de lawfare, una guerra jurídica en contra del poder establecido, y que mediante esta táctica, tras acusaciones de corrupción en contra de la Presidenta Dilma Rousseff, que nunca fueron totalmente certeros ni fundamentados, derivaron en la destitución de Dilma mediante un impeachment, cuyo poder recayó en Michel Temer, de corte derechista, y quien permitió el ascenso de Bolsonaro a la Presidencia. La ultraderecha al poder.

Por eso no es para nada desestimable la advertencia que hace López Gatell, pues existe un gran precedente en cuanto a las tácticas que los grupos de derecha han empleado en América Latina para derrocar a gobiernos progresistas democrática y formalmente constituidos.

En el caso mexicano, López Obrador se ha enfrentado a varias de las tácticas golpistas señaladas antes. Ha enfrentado situaciones de lawfare, fundamentalmente en cuanto a sus obras prioritarias (el Tren Maya, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles), ha enfrentado grupos contrarrevolucionarios organizados (como las fakeministas), y ha denunciado el financiamiento directo por parte de la CIA y el Gobierno de Estados Unidos a asociaciones supuestamente sin fines de lucro, pero con fines totalmente políticos, como Mexicanos contra la Corrupción, de Claudio X. González, quien se convirtió en el principal aglutinador de la alianza opositora al gobierno de AMLO en las pasadas elecciones del 6 de junio pasado.

Así, los dichos de López Gatell no deben ser interpretados como la derecha tendenciosa y equivocadamente lo hizo, de que “los niños con cáncer van a hacer un golpe de Estado contra López Obrador”, porque esto sería absurdo e inverosímil.

Pero lo que si debe decirse, con todas sus letras, es que existen grupos organizados, que han mentido sobre un falso desabasto de medicinas para niños con cáncer, que utilizan a los niños con cáncer como bandera para tener fines políticos, y entre otros objetivos, es crear desestabilización en contra del Gobierno de López Obrador (junto con otros movimientos inventados y financiados con los mismos fines como las fakeministas) y, de ser posible, arrebatar el poder político democrática y formalmente constituido al régimen de la Cuarta Transformación mediante tácticas golpistas, que pueden ser violentas o no violentas.

No hay que echar en saco roto lo dicho por Gatell, porque además, la Historia, gran maestra de la vida, demuestra que sus palabras tienen más sentido que las incongruencias con las que la oposición ha querido desviar la atención respecto al punto medular: los planes golpistas, que incluso ya hemos tocado anteriormente en este blog.

Así, ante estos embates, lo único que puede sostener al actual gobierno y a nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador es el respaldo y la organización popular, el aglutinamiento y el cierre de filas alrededor del Proyecto Alternativo de Nación, y la información constante hacia el Pueblo. Y eso solo se puede hacer de dos formas: trabajando cada quien desde su trinchera para fortalecer la Cuarta Transformación, y haciendo a un lado las ambiciones políticas personales.

Es tiempo de estar a la altura de las circunstancias, de entender el momento histórico que vivimos, y de actuar congruentemente en consecuencia.

Saludos. Dejen comentarios.

El papel del pasquín propagandístico imperialista contrarrevolucionario de la prensa burguesa, o @TheEconomist vs @LopezObrador_

Hola.

A mediados de la semana, The Economist, revista británica alineada por excelencia a los intereses oligárquicos, oligopólicos, corporativos, bancarios, financieros, trasnacionales, imperialistas y burgueses, publicó un artículo sobre nuestro Presidente, Andrés Manuel López Obrador, titulado El falso mesías.

En él, The Economist afirma que López Obrador es “un peligro para la democracia” pues, desde su punto de vista, ha impulsado políticas ruinosas “por los medios inadecuados”. La revista señala, además, que Andrés Manuel ha pasado desapercibido debido a que “no tiene ‘vicios’ como Presidentes como Viktor Orbán de Hungría, Nerendra Modi en India, o Jair Bolsonaro en Brasil (evidentemente, con este último la comparación es absurda, tan solo partiendo desde el punto ideológico de ambos).

Así, según The Economist, la peligrosidad de López Obrador reside en una necrofilia ideológica, que no es otra cosa que un amor por ideas que ya han sido probadas en el fracaso y fracasaron, según la propia revista.

Finalmente, hace una invitación abiertamente proselitista a favor de la oposición, al asegurar que los votantes deberían frenar al Presidente mexicano hambriento de poder, pues tienen la oportunidad de controlar a su Presidente rechazando a su partido.

No debería de sorprendernos lo anterior en lo más mínimo. Desde su fundación, en 1842, The Economist ha sido un aliado permanente de las élites británicas y europeas, pues representa sus intereses de clase y los defiende. Es un pasquín propagandístico de las élites imperiales publicado para difundir sus ideas, justificar sus acciones tanto en el ámbito político como en el económico, y difundir sus planes contrarrevolucionarios contra los gobiernos progresistas.

En su libro El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Karl Marx hace tres referencias y dos señalamientos a The Economist, medio que apoyaba abiertamente la dictadura de Luis Bonaparte, y lo define como el medio con la posición de la aristocracia financiera y que manipulaba a la opinión pública con la pinta del modo más palmario. Posteriormente, vuelve a referirse más adelante a la misma revista como “The Economist” (“El Economista”): revista mensual inglesa de economía y política, órgano de la gran burguesía industrial; aparece en Londres desde 1843.

Así mismo, la misma revista tiene precedentes históricos dignos de ser recordados: apoyó el golpe de Estado de Victoriano Huerta contra Francisco I. Madero, en 1913; apoyó el golpe de Estado contra Salvador Allende y el régimen dictatorial de Augusto Pinochet en Chile; apoyó la invasión a Irak y Afganistán de George W. Bush en 2003, así como la de Libia en 2011; apoyó el golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002, así como las insurrecciones de Henrique Capriles y Juan Guaidó en Venezuela contra el régimen chavista; apoyó el golpe de Estado en contra de Evo Morales por parte de Jeanine Áñez; y un sinfín de etcéteras.

Si algo ha caracterizado a The Economist, es por impulsar la democracia al estilo burgués, y mediante sofismas, adoctrinar a la opinión pública mediante sus publicaciones propagandísticas a favor de sus propios intereses. Su reputación le precede.

Es curioso cómo The Economist busca defender sus intereses: alude al amor de AMLO por ideas del pasado, cuando ellos siguen aferrados al neoliberalismo, pese a que se ha demostrado que este modelo económico ha fracasado en todo el mundo, y cuestionan este amor al pasado, cuando cabe señalar que México, durante los años 60’s tuvo un crecimiento económico sostenido mayor al 6% promedio durante toda la década, que incluso en su momento fue denominado El Milagro Mexicano (por cierto, cuando el Estado tuvo mayor injerencia en la economía), y que parte de ese pasado glorioso, junto con el existente durante el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río, es el que López Obrador quiere devolver a nuestro país.

Llama además, la atención que el mismo día que sale publicado el reportaje referido de The Economist, se tiene conocimiento de que el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), William J. Burns, llegará en los próximos días a México, supuestamente para preparar la visita de la Vicepresidenta de USA, Kamala Harris. Y llama la atención y resulta sospechoso, porque la CIA es la agencia estadounidense que se ha encargado de operar los golpes de Estado en diferentes países del mundo contra sus gobiernos, en particular los progresistas o ajenos a los intereses de las grandes potencias, y además días antes de las elecciones.

Otra señal importante que hay que advertir es la presencia de “observadores” de la OEA para el próximo proceso electoral. Y es importante poner atención en el papel que desempeñará este organismo en la elección del 6 de junio, pues ya existe el precedente de que la OEA ha sido un factor predominante en las denuncias de supuestos fraudes electorales en diferentes países de América Latina, como Venezuela, Ecuador o Bolivia, donde incluso, fue actor fundamental en el golpe de Estado contra Evo Morales por parte de Áñiz.

Pero The Economist no es un caso aislado. Ejemplos nos sobran: está Reforma, El Universal, El Financiero Bloomberg, LatinUS, Imagen Televisión, CNN, BBC, The New York Times, Forbes… la lista es inmensa, y podemos seguir y seguir mencionando medios de comunicación que, lejos de informar y realizar un periodismo serio, objetivo, independiente, únicamente defienden los intereses de clase de los dueños de los medios de comunicación, pasquines propagandísticos al servicio de las clases económicas dominantes, que no únicamente se encuentran inmersos en el negocio de la información, sino en muchas áreas de la economía.

Así, podemos encontrar que, por citar un ejemplo, Olegario Vázquez Aldir, quien no sólo es propietario de Imagen Televisión, que incluye al Canal 3.1 de televisión abierta y al periódico Excelsior, y de los Hospitales Ángeles, donde cabe señalar la gran campaña que ha ejercido Grupo Imagen por medio de su presentador estrella, Ciro Gómez Leyva, contra el Gobierno de México y su responsable y vocero de la Estrategia Nacional contra el Covid-19, Hugo López-Gatell, debido a que el Gobierno centralizó y estatizó el control de la compra de las vacunas contra el virus, así como la Estrategia Nacional de Vacunación, pues la atención de los casos médicos involucrados con la pandemia fueron atendidos en hospitales públicos, dejando fuera al sector privado, y molestando a empresarios como Vázquez Aldir.

No sólo eso: antes de la pandemia, comenzó el ataque al Gobierno por un supuesto desabasto de medicamentos, pues el Gobierno de López Obrador centralizó las compras de medicamentos a nivel nacional para el sector público, y eliminó el oligopolio que existía en la distribución de medicamentos hacia los hospitales públicos por parte de 5 empresas en manos de políticos y empresarios voraces. Eso explica, en gran medida, el ataque mediático diario de Gómez Leyva en su noticiero todas las noches contra López Gatell, donde el propio Ciro ‘infla’ las cifras en 33,000 muertos más de los publicados por el Gobierno de México, mintiendo a la población acerca de la gravedad de la pandemia.

Por tal motivo, no es de extrañarnos el papel del pasquín propagandístico imperialista de la prensa burguesa, pues este se encarga de confundir a la población mediante de sus voceros y medios de comunicación a la población en pro de sus propios intereses, y con la comunicación como tal como negocio y, por la otra parte, persuadir a la población de que los gobiernos progresistas no están realizando acciones en su beneficio, que se traduce en resultados, ni que se está haciendo lo correcto, con el fin de que comience a generarse descontento y oposición popular intrínseca a las acciones del gobierno.

Por eso, aunque lo he repetido muchas veces, bien cabe señalar la frase de Rafael Correa respecto al papel de la prensa burguesa, al asegurar que “desde que se inventó la imprenta, la ‘libertad de prensa‘ es la voluntad del dueño de la imprenta”.

Por lo anterior, es importante buscar fuentes alternativas de información, y sobre todo, tener claro de quién es cada medio de comunicación y qué intereses defiende, pues esto determinará su línea editorial y nos permitirá discernir si estamos siendo objetos de manipulación de información, pues de lo contrario, como atinadamente dijo Malcolm X: “si no tienes cuidado con los medios de comunicación, nos harán odiar al oprimido y amar al opresor”.

Saludos. Dejen comentarios.