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Una de las formas principales en las que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tiene un control territorial estricto es mediante tres formas: los funcionarios públicos municipales (que operan, en conjunto, con los funcionarios estatales y federales), los Comités Seccionales, y los delegados municipales (que en algunos estados adoptan nombres como Consejo de Participación Ciudadana o Presidentes de Colonia).
Es mediante estos tres órganos operativos (dos de ellos, gubernamentales, y el otro partidista) y con una coordinación sumamente disciplinada y estricta, que el PRI despliega sus operativos de compra, coacción y cooptación del voto.
El trabajo de los funcionarios públicos municipales, estatales y federales es proveer a los brazos operadores del PRI en territorio (Comités Seccionales y delegaciones municipales) de todas las necesidades que tengan, en todos los sentidos.
En primera instancia, tenemos los Comités Seccionales a cargo del PRI. Estos Comités Seccionales tienen presencia en prácticamente todas las secciones electorales del país. Por ende, en todos los municipios y estados. Éstos Comités Seccionales tienen a su cargo el reclutamiento de afiliados al PRI, así como la función identificar a todos aquellos vecinos de su demarcación con algún problema (en especial, aquellos con un nivel socioeconómico malo) para proveer de programas sociales, despensas, dinero en efectivo, y demás canonjías para obtener la lealtad y respaldo de sus militantes. Así mismo, durante las campañas electorales, los Comités Seccionales son proveedores de acarreados, mitoteros, aplaudidores profesionales, porristas, porros, grupos de choque, y demás recursos humanos que necesite el partido. Así mismo, éstos mismos Comités Seccionales son el brazo ejecutor de las mapacherías el día de la elección, y son los encargados de entregar cuentas en cuanto al manejo de recursos y resultados electorales en territorio a sus referentes municipales.
Estos Comités Seccionales, a su vez, se respaldan en las delegaciones municipales. Las delegaciones municipales son los proveedores en territorio de programas sociales, dádivas, apoyos, obra pública, material de construcción, despensas, y cuantas cosas más les den los funcionarios públicos municipales, estatales y federales. La forma en la que son nombradas estas delegaciones municipales es muy turbia, pues tendría que hacerse mediante elección directa, secreta y democrática, que tendrían que renovarse cada vez que se renueva el Ayuntamiento.
Sin embargo, raramente sucede así, pues los delegados municipales (generalmente) son nombrados por dedazo, siendo afines al Presidente Municipal en turno (obviamente, siendo parte de las filas del PRI), duran en el cargo una eternidad (me he enterado de delegados que han durado en el cargo hasta 20 años sin que los renueven o remuevan), y sólo cuando los vecinos de las colonias hacen tajante y manifiesto su rechazo o repudio al delegado en cuestión, es cuando el Ayuntamiento decide realizar elecciones para renovarlos.
Y cuando el Ayuntamiento decide realizar elecciones, generalmente no es publicada la convocatoria en tiempo y forma; sólo algunos (generalmente la esposa o esposo del delegad@ en turno, o bien alguien del PRI) se enteran de ella; la elección (si se lleva a cabo, porque en muchas cosas se presenta una “planilla de unidad”, debido a que nadie se enteró de la convocatoria) es secretamente realizada; la campaña es realizada por candidatos “ciudadanos”, “apartidistas”, “apolíticos” o “sin partido”, que generalmente terminan siendo parte de las filas del PRI (y que, como es costumbre, engañan a la población), y regularmente “amigo íntimo”, “compadre”, “compinche”, “cuate” o lambiscón del Presidente Municipal en turno; y en muchas ocasiones resulta siendo más caro el caldo que las albóndigas, pues de un mal delegado se pasa a uno nefasto.
En la comunidad de San Cristóbal, Municipio de Mineral de la Reforma, Estado de Hidalgo, tenemos un caso así. Un delegado, que fue electo democráticamente al mentir en su campaña haciéndose pasar por “ciudadano” (cuando era más priísta que Peña Nieto), y que fuera de resolver los problemas de la comunidad, los está agravando, incluso llegando al extremo de existir una polarización entre vecinos, agresiones de su parte y de su séquito, y que lleva a la ingobernabilidad a una colonia de más de 5,000 habitantes.
Por su parte, la autoridad ha sido ausente. Se ha buscado el diálogo con el Presidente Municipal, Filiberto Hernández (de las filas del Revolucionario Institucional) y se ha contestado con un “está todo controlado”. De sobra está decir que el delegado, Alberto Pérez Ticono, se ha declarado amigo íntimo del Presidente Municipal, y además le ha jurado lealtad incondicional a él y a su partido, el PRI.
El motivo: el delegado garantiza la operación política y económica del PRI en la elección de julio próximo. Y perder un operador en una colonia tan importante representa pérdida de votos y, por ende, de poder.
Sin embargo, al PRI (aunque hace intentos por regresarnos ahí) se le debe recordar que no permitiremos el autoritarismo rampante que le ha caracterizado durante mucho tiempo. Hemos pasado a la mayoría de edad, y nos corresponde hacerla valer. No estamos retando a nadie, pues hemos buscado la alternativa del diálogo y la negociación, pero tampoco permitiremos que se nos pase por encima. Mucho menos en nuestra propia casa.
Hacemos votos para que la sinrazón y la cerrazón no gobiernen al Presidente Municipal, y que se abra a las exigencias que, además, son legítimas. De él dependerá (y será su responsabilidad) en lo que derive de continuar en su actual posición, la cual, dicho sea de paso, es irracional, y no corresponde a las cualidades que un buen gobernante deba tener.
Saludos. Dejen comentarios.