Ke onda.
Bueno, pues a continuación les dejo un extracto del documento de Alejandro Encinas (que pueden descargar completo en ésta misma web) y que presentó en Morelia en el cónclave que hicieron los principales dirigentes del Partido en Morelia, el pasado Sábado 11 de Julio de 2009, y al que tuve acceso durante la reunión del pasado Miércoles 16 de Julio de 2009 en Ixmiquilpan, Hidalgo.
Apuntes para el debate
Elecciones 2009: saldos y perspectivasAlejandro Encinas Rodríguez
Morelia, Michoacán, julio 11,2009El contexto de las elecciones del 5 de julio
Las elecciones del pasado 5 de julio de 2009 se realizaron en uno de los momentos más difíciles de la historia reciente del país. Más allá de la profunda crisis económica y del rezago social acumulado a lo largo de tres décadas, todos los indicadores apuntalan el riesgo de una situación de ingobernabilidad, sin que se advierta en el horizonte algún intento por construir un espacio de entendimiento que enfrente la polarización política y el fracaso de un modelo económico que se ha colapsado.
La economía no sólo no crecerá sino caerá por lo menos en ocho puntos, lo que significa que el desempleo abierto pasará de 2 millones 400 mil mexicanos sin trabajo registrados al cierre de junio, a cerca de 3 millones de desempleados en 2010, ya que tan sólo este año se perderán un millón de empleos. La actividad industrial se ha desplomado en más de 13% durante el primer cuatrimestre, al igual que la industria manufacturera, que ha caído en 18%. Esto alentará el crecimiento de la economía informal —la que representa ya 29% de la actividad económica del país y da ocupación a más de 12 millones de mexicanos—, así como los flujos migratorios hacia Estados Unidos, donde, dicho sea de paso, las remesas que envían los trabajadores mexicanos desde ese país se desplomaron en 11%.
Los poderes fácticos consolidan sus posiciones y privilegios. En tanto el titular de Hacienda señala una caída de 20.6% en los ingresos del sector público en mayo y de 28% en la captación de impuestos y derechos por la venta de productos petroleros, las grandes empresas evaden al fisco. La evasión alcanzará los 172 mil millones de pesos, particularmente por concepto de IVA y por los regímenes fiscales especiales calificados como “gastos fiscales”. Así, empresas como Wal-Mart, Bimbo y Coca-Cola seguirán pagando entre 1% y 2.5% de impuestos sobre sus ganancias, a lo que se suman las millonarias devoluciones de impuestos a empresas de este tipo.
El Estado se ha debilitado en tanto los grupos de facto militan activamente en la política con candidatos propios en distintos partidos, lo que sería un signo positivo de no ser, como en el caso del duopolio de las televisoras, por el uso indebido de una concesión pública para denostar la política, los partidos y las instituciones públicas, intentando erigirse en “guía moral” de la sociedad.
La violencia y la inseguridad crecen. Delitos que habían sido controlados, como el secuestro, repuntan, en tanto la violencia ligada a la delincuencia organizada pone en riesgo a la democracia y supera las 12 mil ejecuciones en lo que va del sexenio, de las cuales 769 se registraron en junio, el mes más sangriento de los últimos años.
La militarización y la presencia de las fuerzas federales avanzan en el territorio nacional, sin frenar la violencia. El Ejército mexicano asume responsabilidades que competen a la autoridad civil, y lo mismo persigue dirigentes sociales en Guerrero que hace decomisos de piratería.
La derechización y las tentaciones autoritarias se profundizan. Tras la intención de “guanajuatizar” al país se encuentra no sólo la prohibición de besarse en lugares públicos, penalizar el aborto, perseguir a la diferencia, sino la búsqueda de una legitimidad fundada en el autoritarismo. De ahí la intención de dotar de atribuciones al Ejército en materia de seguridad pública, lo que viola la norma constitucional y restituye la intervención de las Fuerzas Armadas en los asuntos políticos del país, al otorgárseles facultades, por ejemplo, para restablecer el orden público.
La corrupción y la impunidad prevalecen como signo del régimen político. Además de los negocios al amparo del poder público, se soslayan y protegen actos arbitrarios de las viejas estructuras corporativas y cacicazgos priístas en diversos estados, y sucesos que agravian a la sociedad, como el incendio de la guardería en Hermosillo, donde no se deciden a fincar responsabilidades.
Esta situación presenta una disyuntiva en torno a los escenarios de desenlace de esta crisis: si al igual que a finales de los años 50 y especialmente en 1968, los reclamos democráticos se toparán con las puertas cerradas del autoritarismo, o si es posible avanzar hacia construir una salida democrática que conduzca al cambio de régimen político, en el que además de replantear el modelo económico se redefinan las reglas de la convivencia política, en el marco de una lucha contra la desigualdad. Escenarios que no modifican necesariamente con la nueva mayoría constituida por el PRI en la próxima Cámara de Diputados.
Las lecciones de la elección
La elección del 5 de julio dejó tras de sí un sinnúmero de lecturas y lecciones no sólo para la izquierda sino para todo el espectro de las fuerzas políticas y para la sociedad.
- Como se esperaba, la elección registró un bajo índice de participación. Si bien la jornada electoral se desarrolló de manera regular, salvo incidentes muy graves en los estados de Guerrero antes y durante la jornada electoral y en el Estado de México, ésta representó un profundo cuestionamiento al régimen político, a los partidos y a la situación imperante en el país.El alto abstencionismo y el incremento significativo del número de votos nulos; es una llamada de atención que hay que entender como un cuestionamiento y un voto de castigo al sistema de partidos y a las instituciones electorales.
- La reforma electoral no cumplió con su objetivo central. Más allá de los obstáculos impuestos al régimen de coaliciones y a la participación de los candidatos independientes, así como del descrédito de las instituciones electorales, en particular del TRIFE por su recurrente intromisión en los asuntos internos de los partidos, fue incapaz de contener y regular el papel del dinero y la participación de los poderes fácticos.La reforma no sólo no reguló el papel activo de los medios de comunicación, sino que éstos la incrementaron, triangulando contratos, encubriendo propaganda como noticias, promoviendo candidatos y partidos afines, lo que pone en evidencia la necesidad de una reforma a los medios de comunicación como parte central de la agenda legislativa.
- El PAN sufrió un estrepitoso desplome en su posicionamiento político y electoral. Con excepción de Sonora, prácticamente perdió todas sus posiciones, registrando la mayor caída electoral de su historia, al pasar de 206 diputados en 2006 a 127 en 2009, perdiendo las gubernaturas de Querétaro y San Luis Potosí, y las principales ciudades que gobernaba en el Estado de Jalisco, México, Morelos y otras entidades.Esta derrota del PAN debe considerarse como un referéndum reprobatorio y una clara derrota de Felipe Calderón, ya que incluso el propio PAN hizo de ésta una elección plebiscitaria al sustentar su campaña en el apoyo al “presidente en su lucha contra el crimen”.
- La derrota del PAN se acompaña de una recomposición de las relaciones de los poderes fácticos con los partidos de la derecha, y si bien los medios de comunicación se beneficiaron -pese a la reforma- con la canalización de mil 200 millones de pesos de propaganda oficial, éstos no fueron suficientes para evitar el corrimiento de los poderes fácticos, en especial de los medios de comunicación, hacia el PRI, ante la incapacidad e inoperancia del panísmo, que no les garantiza estabilidad en la conducción del país.
- Por su parte el PRI se ha reposicionado electoralmente y si bien capitalizó la incapacidad del PAN, el descontento con la crisis y la ausencia de una izquierda opositora con una propuesta clara, su nuevo posicionamiento no obedece necesariamente a una mayor aceptación en el electorado. Por el contrario, ante la ausencia de los ciudadanos en las urnas, fueron las estructuras corporativas, los que se impusieron y llevaron a la conformación de una nueva mayoría en la Cámara de Diputados –absoluta por su alianza con el PVEM al sumar a los 233 diputados priístas los 22 del PVEM- bajo el control de los gobernadores priístas que impusieron la estructura del aparato partidario, sus estructuras corporativas y el peso del dinero y sus cacicazgos.Es la derecha con matices en un discurso que se presentará como del centro progresista, pero es a final de cuentas un lamentable vuelco al pasado.
- El PRD, obtuvo un fracaso electoral, al caer al 12 por ciento de la votación nacional. Ello representa una severa caída en la representación del PRD en la Cámara de Diputados, que pasará de 127 a sólo 72 diputados, en una legislatura en la que continuará predominando la alianza entre el PAN y un priísmo desbordado.La caída es mayor al analizar el comportamiento del voto perredista por estado, donde se registra una caída desproporcionada en su posicionamiento regional: en algunas entidades (Campeche) se cae hasta el sexto lugar de la votación, y al menos en siete entidades (Aguascalientes, Baja California, Colima, Chihuahua, Durango, Nuevo León y Sinaloa) cae al quinto lugar, al igual que en Coahuila, Guanajuato Jalisco, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas y Yucatán, donde ocupa el cuarto lugar. Manteniendo sólo el primer lugar en 4 entidades (Baja California Sur, Distrito Federal, Michoacán y Zacatecas), lo que significa que estados gobernados por el PRD caen a la segunda posición (Chiapas y Guerrero) junto con Nayarit y Tabasco.Sin embargo estos no son los datos más desalentadores, pues el colapso en las elecciones municipales, hacen que al amanecer del 6 de julio, el PRD había dejado de gobernar a cerca de ocho millones de mexicanos, lo que cierra un año lamentable para la plataforma política que representan para la izquierda los gobiernos municipales que encabeza, ya que de julio de 2008 a julio de 2009 el PRD pasó de gobernar 409 municipios a 346, y de gobernar 25 millones 400 mil mexicanos a 17 millones 855 mil. (Ver cuadros anexos)Ante estos resultados, la izquierda y en particular el PRD, requieren revisar con serenidad sus resultados y hacer un análisis de fondo en torno al largo proceso de distanciamiento, no solamente del partido respecto a sus militantes, sino de su electorado. Es preciso reconocer que más allá de la falta de unidad interna y del desenlace de la cuestionada elección interna, fracasó la línea política y la estrategia electoral impulsada durante la campaña. Se careció de una propuesta clara y el discurso del partido no impuso agenda, fue ambiguo y eludió la diferenciación con los otros partidos, e incluso la propia campaña en los medios lejos de promover la propuesta partidaria y a los candidatos se desperdició en la promoción personal.
Tres heridas del PRD
Los resultados son también reflejo de que las cosas no están bien, no hay una conducción política clara, se privilegian más las componendas dentro de los grupos, se cierra los espacios a la participación de muchos militantes que han buscado la opción en las filas de otros partidos políticos.
El caso de Iztapalapa es revelador. La estructura del partido se rebeló contra una resolución del Tribunal Electoral que intentó imponer una candidatura que no contaba con la simpatía de los militantes. La diferencia en la votación es elocuente.
Ésta recomposición tiene que atender tres asuntos fundamentales:
a) La falta de definición de una línea política que refleje las necesidades de los sectores mayoritarios del país y de un proyecto claramente definido con la democracia, la izquierda y las transformaciones que México necesita.
b) El secuestro del partido por las corrientes que impiden que el grueso de la militancia participe en la toma de decisiones, la integración de la dirigencia y las candidaturas a los órganos de representación popular, los que se definen a partir de cuotas de las corrientes, y
c) El divorcio del partido respecto a la sociedad. El PRD se ha con vertido en un partido que vive hacia dentro, que privilegia su vida interna y que no se vincula hacia fuera con los intereses reales de la gente, sus organizaciones y movimientos.
Al mismo tiempo se debe tener claro que una crisis de esta magnitud y naturaleza no se resolverá en la vieja lógica de las purgas y renuncias que caracterizaron durante décadas la práctica sectaria de la izquierda. La migración de militantes hacia otros partidos da cuenta de un severo problema de exclusión de un sinnúmero de militantes, ya que de acuerdo con información del PRD, al menos 648 militantes del partido participaron como candidatos a diputados federales de otros partidos –incluidos el PAN y el PRI- sin considerar a quienes lo hicieron en las elecciones locales concurrentes, por lo que no es buscando responsables fuera o dentro del partido como se va a resolver este problema, pues se tiene que reconocer que lo que nos ha llevado a esta situación es resultado de un largo proceso de deterioro de la vida interna del partido; que se ha agotado el modelo de partido seguido hasta ahora, y que existe un divorcio, tanto en el discurso como en la acción, del PRD respecto de las preocupaciones de la sociedad.
No es posible que el partido continúe con una vida tribal donde no hay rotación de dirigentes, donde se excluye a los miembros del partido, donde el discurso es ajeno a los problemas de la sociedad, en medio de una crisis económica, de deterioro de la vida institucional, de un clima de violencia e inseguridad, que requiere de tomas de posición puntuales.
No funcionó la dirección actual, ni el discurso que se planteó, ni la actitud de colaboración con el Gobierno Federal, y por el contrario se ha desdibujado nuestro discurso sin diferenciarnos de los otros partidos, se ha perdido la iniciativa política y la visión crítica que ha caracterizado a la izquierda, en momentos en que el movimiento social exige un cambio de actitudes en todos los partidos.
La actual dirección no puede seguir actuando de manera excluyente, menos aún cuando la mayor parte de los triunfos de mayoría que se obtuvieron fueron justamente de un sector distinto del partido.
Nos pusieron en manos del tribunal, se comprometió la autonomía e independencia del partido frente a un órgano del Estado y hoy pagamos las consecuencias. Sin embargo, es posible y es necesaria esta renovación, a ella todos debemos contribuir pensando en el futuro de la izquierda como un referente nacional alternativo.
El PRD requiere de una verdadera renovación, y esta tendrá que darse desde la base del partido, de abajo hacia arriba. No es posible pensar en superar esta crisis, como siempre, a partir del acuerdo cupular, entre los principales dirigentes o las corrientes, sino con el establecimiento de una vida democrática a su interior y asumiendo que esta derrota electoral exige una renovación ética en el partido, un cambio cultural que conduzca al desmantelamiento de los grupos de interés y de los grupo que han sometido el interés partidario a los gobiernos estatales, para dar paso a nuevas prácticas políticas que permitan recuperar nuestro vínculo con la sociedad. Se requiere reconstruir y afirmar nuestra identidad con el partido por encima de la identidad con las corrientes.
Al mismo tiempo el PRD debe recuperar su vocación unitaria. La izquierda no se agota en nuestro partido, e incluso en los partidos con los que nos hemos aliado anteriormente (PT, Convergencia) por lo que se debe promover una apertura hacia la construcción de nuevas alianzas y compromisos con las izquierdas del país para construir nuevas modalidades orgánicas y frentistas para actuar políticamente de cara al 2012. Los resultados nos indican que si el PRD se divide y no toma la iniciativa unitaria, no tendrá viabilidad como proyecto alternativo en el país. Una posibilidad es la conformación de un Frente Político Electoral de las Izquierdas hacia las elecciones del 2012, el cual tendría condiciones reales de competitividad pues al tomar en cuenta la suma de votos del PRD, PT y Convergencia se obtiene un 18% que constituye una plataforma de arranque básica.
Ante ello, convoco a los militantes y simpatizantes del PRD y de otras expresiones de la izquierda a iniciar un proceso de reflexión para repensar el papel que se debe cumplir frente a la crisis en el país, sus retos y perspectivas, y a conformar un amplio Movimiento Nacional por la Renovación de la Izquierda que nos permita crear un espacio de encuentro, dentro y fuera del PRD, para impulsar estas transformaciones.