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El fin último de la tecnología es generar una mejora en la calidad de vida de la sociedad, y generar un confort personal y social sin precedentes. Desde la invención de la rueda y el descubrimiento de la agricultura hasta la fecha, esa ha sido una constante.
Sin embargo, no siempre el avance del conocimiento y la tecnología ha sido bien visto por las élites dominantes y gobernantes. Durante la edad media, el atraso en el conocimiento y la tecnología causó un grave e irreparable daño a la Humanidad. En nombre de Dios, se sumió al mundo en una época oscurantista de 1,000 años, en la cual la represión social y cultural fue el pan de cada día.
Ya casi al finalizar esta época oscurantista, de la mano de Gutemberg surgió uno de los inventos más fantásticos de la Humanidad: la imprenta. Se dice que esta invención fue fundamental para la difusión del conocimiento y el desarrollo de la Ilustración (un concepto que la Escuela de Frankfürt cuestiona, y que no es materia de este texto debatir).
La segunda revolución burguesa más promocionada de la Historia, la de 1789 en Francia, prometió al Pueblo Libertad, Igualdad y Fraternidad. Lo que nunca dijeron fue las letras chiquitas: Libertad para comerciar, Igualdad para competir en el mercado, y Fraternidad entre la nueva élite gobernante: los burgueses.
Esta gran revolución social, legal y cultural, que conjuntamente con la Revolución Industrial que se gestaba al mismo tiempo en Inglaterra (producto, también, de la primer revolución burguesa: la inglesa de Oliver Cromwell en el siglo XVII) consolidaron el capitalismo incipiente, que desde 1452 buscaba asentarse en el mundo.
Esa revolución industrial trajo avances significativos tecnológicamente hablando, aunque también generó la mayor miseria, pobreza y hambre derivados del propio sistema económico. Los medios de producción quedaron en manos de los burgueses, y de la misma forma el desarrollo de la tecnología.
La imprenta, en consecuencia, también quedó monopolizada por la clase económica y política dominante, comenzando entonces la lucha por la libertad de imprenta. Sin embargo, esta libertad de imprenta se reduce (como bien conceptualizaría Rafael Correa) a lo que el dueño de la imprenta quiere publicar, y no al derecho a la información que tiene la sociedad en su conjunto.
Este desarrollo tecnológico trajo como consecuencia la invención de diversos medios de difusión, como lo fue el fonógrafo, la fotografía, el teléfono, el cine, la radio, la televisión y el internet. Sin embargo, pese al desarrollo de la tecnología, así como fue monopolizada la imprenta por el poder, fue monopolizada poco a poco la producción y reproducción de discos, las cámaras fotográficas, las operadoras telefónicas, los cinematógrafos, las estaciones emisoras de radio, y las estaciones transmisoras de televisión.
Eso explica el poder que alcanzaron empresas como Televisa, cuyo dueño, Emilio Azcárraga Vidaurreta, ya había incursionado y casi monopolizado el negocio radiofónico. El único contrapeso que existió en su momento, fue la creación de entes gubernamentales en estas áreas, Imevisión y el IMER.
Sin embargo, la radio y la televisión privada, al ser la de mayor difusión y la más publicitada (y a la vez contradictoriamente) pasó a ser la televisión oficial por excelencia. La manipulación informativa que se generó en radio y televisión (al menos en México) y la poca competencia que se generó en el sector para que, a falta de opciones, hubiera mayor control sobre lo que se transmitía en los medios y sobre lo que la sociedad consumía, logró tapar muchos abusos y excesos del poder que el presidencialismo pluripotenciario y omnipotente priísta hizo en contra de sus propios gobernados.
La aparición de internet, en un inicio, no representó un peligro para el priísmo en la década de los 90’s. El poco acceso que existía a la red virtual por el alto costo para el usuario, el poco desarrollo de la infraestructura necesaria para su difusión, la casi inexistente información que había en ella (la cual se limitaba a boletines de universidades o artículos científicos) y el incipiente desarrollo del HTML que existía en esos momentos, parecía incompresible en que la red se desarrollara del modo en que la conocemos hoy y, por ende, el gobierno no tomó importancia a esta plataforma tecnológica.
Sin embargo, durante los 12 años de ausencia del priísmo en el poder, la red se desarrollo exponencialmente y a pasos agigantados. La aparición de buscadores, blogs, plataformas multimedias (como YouTube) y redes sociales desarrolló y expandió internet a niveles nunca imaginados. Barack Obama ganó la primer elección presidencial gracias al uso de las redes sociales, y diversos movimientos sociales de Izquierda en el mundo han logrado organizarse gracias a internet. Y así como es explicable la aparición de #YoSoy132 y su impacto negativo en la campaña de Enrique Peña Nieto, sería inexplicable sucesos como Tlaltelolco en 1968 o el fraude electoral de 1988 con Facebook y Twitter.
La reforma en telecomunicaciones que Enrique Peña Nieto ha enviado al Senado de la República pretende esto: censurar y amordazar internet. Que el internet lo controle la élite dominante y gobernante del país. Que la presidencia pluripotenciaria y omnipotente priísta determine qué puede y que no puede leer, saber, ver, escuchar, conocer e informarse la sociedad en internet. Y todo aquello que sea considerado un riesgo (para ellos) deberá ser eliminado, para evitar cualquier contenido subversivo o indeseado por ellos.
En este sentido, es maravilloso el poder de la manipulación. Durante mucho tiempo, a través de los medios de comunicación (que siempre han sido utilizados como propaganda gubernamental en los países capitalistas como México) se ha mencionado sobre la supuesta restricción informativa en los medios existentes en países comunistas. Así, se ha espantado a la población sobre la presunta censura a las libertades de expresión y de imprenta que se haría en caso de que un sistema comunista o socialista gobernara en México. El drama de ello es que esa censura, el sistema político priísta quiere llevarla a la práctica, equiparándose a la censura practicada en China, a la de los países árabes, o en sistemas políticos militares africanos.
De nosotros depende decir ¡nunca más! Que nunca más haya censura a nuestras opiniones y pensamientos. Que nunca más nos callen. Que el poder pluripotenciario y omnipresente priísta no gobierne en nuestras vidas. Que tengamos una plataforma fuera del alcance del poder oficial, donde haya la libertad suficiente para manifestarnos y organizarnos. Que internet no se convierta en un medio controlado por el poder dominante. Que internet nació libre, y libre debe existir.
No a la censura de internet de Peña Nieto. No a una mordaza más. Luchemos por un internet libre.
Saludos. Dejen comentarios.