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La nota a continuación fue escrita Luis Alberto Rodríguez, del periódico Milenio Hidalgo, y relata el hecho deplorable de ayer, donde integrantes de Nueva Izquierda golpearon salvajemente al compañero Tonatiuh Herrera y a otros dos miembros del Colectivo de Izquierda Hidalguense, que se ha mantenido firme en el apoyo a Alejandro Encinas en el Estado, y quienes nos hemos deslindado por completo de sus práticas.
- El Consejo Estatal del partido del Sol Azteca terminó en golpes, patadas e insultos, entre organizaciones del mismo partido.
Luis Alberto Rodríguez
Huevos podridos, vísceras de animales, piedras de todos tamaños, patadas e insultos cayeron sobre la camioneta blanca, tipo estaquitas, en la que viajaban Tonatiuh Herrera, Hugo Sierra y Sandra Mendoza, militantes del Colectivo de Izquierda Hidalguense, organización del Partido de la Revolución Democrática.
Los puños de la violencia pertenecían a una treintena de adolescentes, hombres y mujeres maduras con niños en mano, mandados por las igualmente perredistas, Edith Ibarra y Teresa Samperio, con el único objetivo de amedrentar el primero de ellos, también secretario de Formación Política de este partido.
Se acercaba el mediodía de este sábado 17, pero el sol no salió. El clima citadino era el que siempre ha sido en Pachuca: frío, ventoso, nublado, tímidamente lluvioso. Un día gris para una jornada gris, al menos para el PRD. En punto de las ocho de la mañana, dio inicio su Consejo Estatal donde se aprobarían las bases para el desarrollo de las próximas elecciones a Comités Municipales. De pronto, el clima hostil del exterior, se depositó dentro del edificio sede del partido, cuando decenas de personas aparentemente ajenas a lo que ahí sucedía, abarrotó la planta baja.
Este es un esperpento de cemento y varilla de tres pisos de altura. El último de ellos resulta ser recibidor, bodega, auditorio y sala de conferencias. Ahí se ubicaban las y los consejeros que de pronto se vieron apabullados por la muchedumbre repentina.
Nada se oía ya. La voz de Alejandro Hernández Ballina, presidente del Consejo, sucumbió entre el excesivo ruido que a propósito hacia el gentío. Risas exageradas, golpeteo de pies y puños contra la pared, celulares y gritos similares a los de una manada de primates a punto de la guerra.
Después se sabría que el mismo funcionario perredista estaba involucrado en la trifulca. Los llamados de la mesa directiva por contener y eliminar el nocivo bullicio fueron inútiles, hasta que la sesión se dio por concluida.
La muchedumbre salió apresurada entonces. Herrera, Sierra y Mendoza abordaron su vehículo y al paso de unas tres cuadras, su camino fue truncado por la barrera que formaron los golpeadores de Ibarra y Samperio, afiliados a la Unión Fuerza Indígena y Campesina (UFIC) gremio formado por Isidro Pedraza Chávez, fiel de la corriente Nueva Izquierda y reconocido como uno de los principales burócratas y caciques del PRD hidalguense.
Los proyectiles fueron lanzados por cuestión de tres minutos. Las puertas de la camioneta eran vapuleadas a patadas mientras los vidrios sufrían el azote de puños y palmadas por parte de las señoras más febriles. Cumplido el objetivo, la masa se replegó. Fue cuando Herrera y Sierra se bajaron del vehículo, dispuestos a denunciar ante los restos del Consejo lo que había sucedido.
Pero, cuando caminaban con paso acelerado, retrocediendo las cuadras adelantadas entre la sede del partido y el punto de conflicto, la turba los alcanzó. Iban sobre Tonatiuh. Entonces se abalanzaron con patadas y puñetazos que apenas impactaron. El repliegue que emprendieron salvó a las víctimas de algo peor. Sierra fue golpeado con el grueso de unos chacos. También con la hebilla de un cinturón que alcanzó a arrebatarle a su agresor.
Algunos consejeros observaron lo sucedido, pero no actuaron. Podría decirse que se contuvieron a propósito, desde una esquina, donde de pronto hasta se rieron. Uno de ellos era Hernández Ballina. Irónicamente, éste encabeza junto con Herrera la comisión estatal para la refundación del PRD que, a la par, realizaba un foro con tal propósito en un hotel, a unos metros de la sede perredista.