Se dijo que los precandidatos inscritos tendrían que, en primera instancia, buscar un consenso y, a falta de éste, levantar una encuesta con una encuestadora en la que todos quedaran de acuerdo. Eso venía en el acuerdo de Coalición y en la convocatoria, y todos aceptaron (incluyendo a Francisco Xavier y a Guadarrama). ¿Qué pasó después? Que citaron a las encuestadoras, a las dirigencias nacionales y estatales de los partidos, y a los candidatos. Entonces Guadarrama dejó plantados (por lo menos en una ocasión) a Xóchitl, a Francisco Xavier, a Jesús Ortega y a las encuestadoras para definir quién haría la encuesta, conocer la metodología y saber de qué forma la aplicarían.